Historia y
la voluntad soberana de Dios han determinado que tuve en mis manos una orden
judicial requiriendo la devolución de algunos de nuestros templos a la Iglesia
Episcopal. Estos templos, sin excepción, fueron construidos con recursos y gran
esfuerzo de miembros fieles que han sido parte de estas comunidades por
décadas.
Justo he firmado esta orden, cumpliendo lo que la
ley me requería. Cuando acepté el llamado de Dios a mi vida, lo hice con
cuidadosa deliberación pero nunca imaginé encontrarme en tal situación.
Mientras estuve reflejando en la Palabra de
Dios vi que lo que nos ataba a está
institución ya no nos ata. Estamos completamente libres, ya sin alguna conexión
a la Iglesia Episcopal. Hoy, después de que un buen educado licenciado salió de
mi oficina leí este versículo:
“Cortaron las amarras de las anclas, abandonándolas en el mar, y
aflojaron los remos que servían para guiar el barco. Luego alzaron al viento la
vela delantera, y el barco comenzó a acercarse a la playa.” Hechos 27:40
Uno puede leer el texto nuevamente y ver que cuando
se cortaron las amarras de las anclas, esta conexión se cortó y pudieron
libremente llegar a la playa. Luego llegaron a Malta, establecieron una iglesia
allí y salieron a Roma. Todo esto ocurrió cuando estas amarras a algo que
aparentaba darles seguridad fueron soltadas. Crecimiento y un soltar de la
Palabra de Dios resultó. Dios derrotó la tormenta y el evangelio siguió su
avance sin barrera.
No
considero que esto sea fácil. Vi con mis ojos la construcción de nuestra
catedral: estuve cuando comenzó la excavar para los cimientos y observé cuando
fue construido ladrillo por ladrillo. También allí experimente batallas
espirituales y bendiciones sin número. Fui bautizado allí a los 23 años cuando
conocí a Cristo y nací de nuevo. Sin embargo, creo firmemente en el testimonio
de la palabra de Dios el de la historia: “El esplendor
de esta segunda casa será mayor que el de la primera “ (Hageo 2:9). Está en nuestras manos el trabajar duro para que esto sea una realidad.
Dios está con nosotros entonces la Iglesia continua. Como nuestro Obispo
Robinson le encantaba cantar: “Esto es trabajo santo, nadie lo puede parar.”
Les llamo a
mantenerse firmes para hacer de esta Iglesia y diócesis algo que nadie ha visto
en este país desde que llegó el liberalismo doctrinal que consumió y está
destruyendo el anglicanismo histórico brasileño. Nosotros somos el remanente
fiel, la Iglesia fiel que está creciendo. Somos la cara de un anglicanismo
brasileño renovado con el apoyo de más de 2/3 de la Comunión Anglicana mundial.
Nuestra diócesis tiene 45 congregaciones y entre ellas está la congregación más
grande de toda Latinoamérica Este es quien somos. Nuestro trabajo es
extremadamente importante.
Templos
vacíos no pueden servir la alabanza del Dios viviente. Mientras que nosotros
tenemos la Iglesia, ellos tienen templos. Desde la perspectiva de Dios, ¿Cuál
opción es mejor?
El mundo
anglicano nos está mirando. Estemos unidos en espíritu, poniendo a un lado
nuestras diferencias, y alumbremos la luz de Cristo para que el mundo vea.
Seamos abiertos al Espíritu Santo para que El nos de un avivamiento. Que muchos
del mundo lleguen a nuestro aeropuerto emocionados a ver lo que Dios está
haciendo en esta tierra a través de esta parte de su Iglesia. Dejemos lo cómodo
y recibamos la palabra de Pablo a Timoteo cuando dice:
“Por eso te recomiendo que avives la llama del don de Dios que recibiste
cuando te impuse las manos” (2 Timoteo 2:6)
Yo amo a Dios y he dado mi vida a su servicio.
Entiendo que mi tarea es de pelear la buena batalla de la fe para esta Iglesia.
Heme aquí. ¡Permanezcamos firmes!
+Miguel
Obispo Anglicano
Recife